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Cómo seguir una alimentación sin gluten, sin lácteos y sin huevo, y no morir en el intento

¿Te apetece comer algo dulce pero, al mismo tiempo, quieres evitar el azúcar para cuidarte? ¿No consumes gluten y te valoras lo suficiente como para no recurrir a procesados sin gluten, ricos en harinas y aceites refinados? ¿Eres intolerante a la lactosa o alérgico a la proteína de la leche y/o a la del huevo? ¡Este blog es para ti! 

Fotografía de Ella Olsson

Hace unos años, mi cuerpo no absorbía bien el hierro de los alimentos, ni siquiera el de los suplementos. Decidí retirar el gluten y los lácteos de mi alimentación para reducir la inflamación intestinal y mejorar la absorción de este mineral esencial. 

Meses más tarde, la ferropenia había desaparecido y me encontraba mucho menos cansada. Claro que, lo que ahora me parece una obviedad, en aquel momento era un rompecabezas difícil de solventar. 

Y es que la receta que no tenía gluten llevaba maíz, al cual no le tengo especial simpatía, o lácteos, o huevo. Dar con recetas o guías de cocina sin gluten, sin lácteos y sin huevo era como un milagro de la naturaleza equiparable a la alineación de los planetas. 

De ahí que comparta mi chuleta de la alimentación sin gluten, sin lácteos y sin huevo. Confío en que te sea de ayuda si te encuentras en esta situación, pues a mí me hubiera ahorrado muchos quebraderos de cabeza en aquel momento.

Empecemos por lo fácil: eliminar el gluten

Sí, has leído bien. El gluten no es problema en una alimentación basada en plantas, rica en frutas y verduras. Sin procesados, es difícil que el gluten entre en casa, y lo peor que podemos hacer es comprar sus homólogos sin gluten, ricos en azúcar y grasa refinada. Es posible que no nos ocasionen los problemas asociados al gluten en caso de celiaquía o sensibilidad a esta proteína, pero no nos eximirán de problemas más graves si cabe, como sobrepeso, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, dermatológicas y neurodegenerativas.

Para espesar salsas, como la de un guiso, prueba con harina de almendra u otro fruto seco. También puedes usar harina de avena sin gluten, de arroz, de garbanzo o de lenteja roja. Estas últimas van muy bien para hacer rebozados.

La fruta entera es rica en fibra, fácil de llevar y práctica a la hora de tomar, a mordiscos, cortada en gajos o con cuchara. Intenta que coman, al menos, 3 piezas diarias y que esté presente en todas las comidas del día.

Sigamos por los lácteos, otros ubicuos en procesados

Hoy en día es fácil encontrar alternativas vegetales a los lácteos en el supermercado. Encontrarás yogures y bebidas de soja, avena, almendra y nuez, entre otras. Las bebidas vegetales, en verdad, son agua a precio de oro, para qué nos vamos a engañar, así que puestos a elegir, elige una más interesante desde el punto nutricional, como la soja, más rica en proteínas. Comprueba, antes de añadirla al carrito de la compra, que está fortificada en calcio y vitamina D, y que no lleva azúcares añadidos ni edulcorantes en su etiqueta.

Me encanta la idea del plato único de cuchara, tan presente en la dieta mediterránea tradicional. Cada vez nos movemos menos y, en cambio, la tendencia es a consumir más alimentos de muy pobre calidad desde el punto de vista nutricional.

Acabemos con el huevo, el rey de la repostería, también sustituible en cocina

El huevo forma parte de salsas, revueltos, hamburguesas, albóndigas, croquetas, empanados, tortillas, pasteles, flanes, bizcochos, magdalenas, quiche, huevos estrellados y helados, entre otros. Su función varía según la receta, pudiendo actuar como espesante, aglutinante, espumante, emulsionante, incluso como abrillantador en panadería y pastelería.

Para salsas, como la mayonesa, prueba con una lactonesa pero, en lugar de leche de vaca, emplea tu bebida vegetal favorita. Así, para una veganesa de 200 mL de AOVE basta con añadir 100 mL de bebida de soja sin azúcares añadidos y una pizca de sal y vinagre a tu gusto.

Las pantallas, además de aislar del entorno y generar adicción, son una distracción que resta horas de movimiento. Minimiza el tiempo frente a ellas para sumárselo a otras actividades saludables, como leer un libro, bailar, correr, jugar, ayudar en la cocina...

¿Sabías que…?

Puedes sustituir el huevo de cualquier receta en la que éste actúe como aglutinante.

Sólo tienes que añadir, por cada huevo, una de las siguientes opciones:

  • 1 manzana o 1/2 plátano maduro

  • 1 cucharada de semillas de lino y otra de agua (1:1)

  • 1 cucharada de harina de garbanzo o lenteja roja y 2 de agua (1:2)

  • 1 cucharada de mantequilla de cacahuete, de sésamo o de frutos secos

  • 3 cucharadas de aquafaba (ideal para conseguir una textura más esponjosa y cremosa)

Y, para demostrar que es posible, la semana que viene os traeré una receta sin gluten, sin lácteos y sin huevo de lo más apetitosa, sobre todo, para los apasionados del chocolate, como yo.