Todo libro necesita una estantería, un hogar donde ser guardado, mirado, tocado y atesorado con cariño. Mientras devoramos sus entrañas, la mesilla de noche le toma el relevo. En la maleta viaja dormido cuando nosotros nos proponemos descubrir el mundo o a sus habitantes. Esta semana recibí esta fotografía desde Italia, como si mi libro hubiera querido volver al lugar donde nació.
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