Cómo un simple viaje marcó en mi vida un punto y aparte
En un año he pasado de ser Farmacéutica Hospitalaria a Dietista-Nutricionista 100% online. El gatillo del cambio, unas vacaciones en solitario que acabarían convirtiéndose en un largo recorrido a pie. El resultado, más abajo, tras un breve resumen de mi historia.
Hace un año trabajaba como farmacéutica en el Hospital Sant Joan de Dèu de Barcelona, donde coordinaba la Comisión Farmacoterapéutica y una Subcomisión de Medicamentos en Situaciones Especiales de la que puedo decir orgullosa que fui su creadora.
Había llegado a esa preciosa ciudad seis años atrás para especializarme en Farmacia Hospitalaria en el Hospital Clínic. Para ello estudié Farmacia, pero no en mi ciudad natal, Zaragoza, pues en 2006 todavía no contaba con Facultad de Farmacia. Me decanté por la doble titulación que ofrecía la Universidad de Navarra en Pamplona y que permitía estudiar Farmacia y Nutrición en seis años.
Pamplona no fue mi primera escapada ni la última. A los once años de edad viajé sola a Dublín como parte de un programa que ofrecía el colegio y que me permitió cursar allí varios trimestres escolares. Esas mismas ganas de salir, conocer y crecer me llevaron a hacer las prácticas de Farmacia en el Hospital St George de Londres años después. Fue allí donde decidí que, a la vuelta, tras finalizar mis estudios de Nutrición, prepararía el examen FIR para tener acceso al hospital. Cuatro meses de intenso estudio en Valencia y dos meses de tour por los distintos hospitales españoles me llevaron hasta la que fue mi casa durante cuatro años: el Hospital Clínic de Barcelona.
Camino de Santiago
Cuando acabé la especialidad me concedí a mí misma el mayor de los regalos. Recorrí el Camino de Santiago desde Somport en 30 días y, no conforme con los 858 Km caminados, continué hasta Finisterre y Muxia. Fue en esa escapada en solitario cuando comenzó todo. Volví a trabajar como farmacéutica especialista en el Hospital Sant Pau, sobre todo, evaluando nuevos medicamentos para la Comisión del hospital y también a nivel de CatSalut. Allí me animaron a zambullirme en el complejo mundo de las enfermedades raras y los medicamentos huérfanos. Un reto al que no pude resistirme y al que hice frente con entusiasmo y dedicación.
Pero esa ansiada libertad que se siente al caminar en la naturaleza no tardó en llamar a la puerta. Primero, en forma del Camino Vasco del Interior de Irún a Santo Domingo de la Calzada en compañía de mi amiga Sara hasta Vitoria. Era una forma de viajar que encajaba a la perfección con mi apretada agenda; sin reservas, sin ataduras, sin tener que planificar de antemano, pudiendo decidir la fecha de partida con tan sólo un par de días de antelación, los suficientes para preparar la mochila. El camino hacía el resto, dichoso, caprichoso, y delicioso.
Vía Francígena
Volvieron las Comisiones y, con ellas, las apresuradas revisiones para culminar con éxito los informes en tiempo récord. No es de extrañar, pues, que el pasado Verano llegara de sopetón y me pillara por sorpresa sin nada organizado. Eran mis primeras vacaciones de verdad en dos años, largas y estructuradas, y mi alborotado reloj interno pedía un descanso.
Sin pensarlo mucho, preparé la mochila y compré un billete de avión a Ginebra. Desde allí, viajaría en tren a Besançon (Francia) y caminaría hasta Aosta (Italia) atravesando las orillas del Lago Lemán y los Alpes suizos. Calculé que me llevaría dos semanas recorrer esa distancia y, aunque en eso no anduve desencaminada y aún me sobraron días para descansar en familia, no pude prever con antelación las consecuencias que ese viaje tendría en mi vida.
Dos semanas y más de 322 Km a pie después, dejé el trabajo en el hospital y, al desprenderme de esa carga que me retenía en Barcelona, emprendí con paso ligero los mil kilómetros que debía recorrer para llegar a Roma siguiendo el trazado de la Vía Francígena como hiciera Sigerico por primera vez.
Come Con C, mi nuevo proyecto
Hoy hace un año que me vacié para partir ligera y comenzar mi aventura con la única compañía de mi mochila. Buscaba caminar sola y, aunque es posible que el camino no me diera lo que quería, a ciencia cierta me dio lo que necesitaba: la fortaleza necesaria para escribir un libro y emprender en aquello que me apasiona, la nutrición. También me regaló grandes amistades y me concedió un compañero de viaje. Su apoyo ha sido, junto al de mi familia, esencial para iniciar mi nuevo recorrido como Dietista-Nutricionista 100% online. Come Con C nace de la necesidad de ayudar a otras personas a ganar calidad de vida a través de su alimentación, ejercicio y descanso.
Porque comer es mucho más que alimentos y nutrientes. Es una ciencia y, por ende, un arte que exige ser practicado con conciencia. Es un hábito que requiere de la motivación propia del coaching para su adquisición. Es la cultura del paisaje propio de la región, con sus fiestas, tradiciones y recetas típicas de la zona, que marcan los alimentos estacionales y locales que compramos y llenan nuestra despensa. Comer es un acto social y, por eso, te animo a que lo hagas conmigo. Come con C de Carlota.